miércoles, 20 de julio de 2011

La traición a la identidad, el dolor mas grande...lejos.

En 1453 se dio el fin del imperio romano de oriente, con la caída de Constantinopla. En estos tiempos más cercanos, cayó otro imperio, el Club Atlético River Plate, perdió la categoría por primera vez en su historia, en el año que cumplió 110 años de vida...

Incrédulo al escribirlo, lleno de dolor, tristeza y  angustia, hoy me toca escribir estas líneas. En River hubo un vaciamiento institucional evidente, una seguidilla de horrores dirigenciales con la cruel corrupción como sello, que termino con un descenso, pero sobre todas las cosas, con la traición  más grande.
Perdónenme la expresión, pero al club de mis amores “lo hicieron mierda”, lo dejaron tirado en el piso, arrodillado, rogando por un milagro, que jamás llegaría. Hicieron del rey, al más triste de los mendigos, le robaron la identidad, lo propio, su ser.

Crecí viéndote ganar, triunfando, haciéndote cada vez mas grande, invitando al sol a cada tarde de Monumental, para que sea testigo de una nueva pagina de gloría. Me regalaste alegrías, básicamente,  me enseñaste lo que es el futbol. Muy rápido me hiciste campeón, me llenaste de orgullo, te adueñaste de mis domingos, hiciste que ellos sean tuyos y que los tuyos, sean míos. Puede disfrutar de Ortega, de Francescoli, de Aimar y Saviola, también  de Crespo, Salas, cavenaghi, y tantos otros monstruos que escribieron tu historia con tanta altura, como vos lo mereces.Vi a “el equipo de Ramón” con el cual, levantamos la copa en el 96 y nos regalo el histórico Tri campeonato. Después vinieron mas títulos, y vos seguías ahí arriba, en el altar, donde todos soñaban estar, pero era eso, el sueño de algún ingenuo, como esos que dan comienzo cuando apoyas la cabeza en la almohada, y finalizan  irremediablemente, con el sonido del despertador a la mañana siguiente, devolviéndolos en un segundo a la  realidad.
Sin haberlos visto jugar personalmente, siempre se me inflo el pecho por grandes leyendas, grandes próceres que pasaron por tu templo, siendo pilares en tu vida, esos tipos que con el tiempo, con su futbol y talento, fueron forjando tu identidad, tu DNI, quien sos y de que estas hecho, como  lo hizo Ángel Labruna, Pedernera, Bernabé Ferreyra , el “gran Amadeo” eterno dueño de tu arco, el “Beto” exponente de tu juego y pinino(pido disculpas de corazón, a aquellos que no nombre en esta lista). Siento también muy propio a la maquina, que ya demostraba por aquellos años, quien era River ,que hacia en la cancha y para que vino al mundo. El mismo sentir para el equipo del 86, que hizo jueguitos con el planeta tierra achicándolo suavemente, haciéndolo un simple y simpático souvenir  al lado tuyo. No puedo dejar de reconocer, ciertos aires de sana envidia con todos aquellos que tuvieron la suerte de verlos desde una tribuna, por favor muchachos,  ¡que privilegio el suyo!
La identidad de River sí, de eso me enamore profundamente.Ganaste mucho, ¡muchísimo!, pero no fue solo eso. Eso es lo mejor, que no fue solo eso. River siempre gano, como ganan los caballeros, a lo grande, de la manera que siempre elegiría ganar en la vida, si tuviera la posibilidad de hacerlo. El punto uno siempre fue ganar, pero el hecho de cómo hacerlo, no era el segundo, era tan necesario como el primero, en realidad, se fundían eternamente con el primero, inseparables en todo tiempo y lugar. Ganar, golear y gustar, lema Riverplatense por excelencia, un resumen inexpugnable cuando alguien, trata de dar algún tipo de referencia de tu gen. Verdaderamente ganar era haciéndolo jugando bien, llevando al futbol a su máxima expresión, explicando en la cancha, el significado real del termino fútbol. Los pases maravillosos, las paredes inolvidables, los goles de fantasía, el ¡ole! como himno y el ser campeón como estado de naturaleza. ¡El fin no justifican los medios! Sino todo lo contrario, son los medios, es el como, el que justifica el fin.

River tuvo su Ménem, un hombre sin escrúpulos  que con cara y cuerpo de monstruo, acompañado de serviles lacayos, te fueron consumiendo, lastimándote cada vez más y más, viviendo de vos, de tu nombre. No pararon de traicionarte tan solo un segundo, llenándose los bolsillos y vaciándose de vergüenza  y de dignidad. Van a ser los grandes traidores de la historia, los miserables que te dejaron en el suelo, como lo hacen los auténticos cobardes. Nunca obtendrán el perdón, este daño lo deberán pagar de por vida, y nosotros debemos hacer que eso suceda. Será la condena social, quien ocupe el lugar de la condena legal, que nuevamente brilla por su ausencia.
Con dolor también asumo, la responsabilidad de esto como hincha y socio. También somos responsables (en la medida que nos toca), pues los dejamos hacer, dejamos que hagan sus negocios y ensanchen sus barrigas, dejamos que lentamente te hagan aparecer entre la muchedumbre de la mitad de la tabla, que cualquier “muchachito” se calce el manto sagrado, siendo este, solo para unos pocos privilegiados. Que cualquier “personaje” se siente ni más ni menos, que en el banco de Angelito, que regalen a los talentosos que asomaban para seguir con la tradición. Luego te dejamos que seas último, que juegues una promoción y que tengas el peor final. ¡¡PERDÓN!!
En ese trágico accidente que sufriste, y que te va a marcar de por vida, llamado Aguilar, Israel (tampoco puedo dejar de remarcar tu inoperancia “danielito” fuiste el De la Rua), te diste el gran golpe de tu vida, la cicatriz aun abierta, permanecerá siempre en tu cuerpo, pero todavía y con lo poco de optimismo que me quedan en estos días,  celebro que no pudieron matarte, que seguís vivo, que te vas a levantar, recuperar la memoria y volver a sonreír.
Este orgullo del que hablo, esta identidad de la cual me hago eco, es la que te hace inalcanzable por el resto, aun en esta etapa tan oscura del camino. El desafío es recuperarla, y volver a ser…

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