domingo, 26 de junio de 2011

(Alguien repartía esta hoja entre la gente que esperaba que Los Gardelitos salieran a escena a tocar en un club de La Boca)

Atrapados por una mirada que nos condena a seguir cayendo día a día en el abismo del aburrimiento, algunos (la mayoría), convencidos de que están dirigiéndose hacia alguna parte, van sumando seguridades, cubriéndose de un ropaje doméstico para tratar de darle el mejor color a esa jaula que cotidianamente suma un barrote nuevo. Pero el viaje siempre es hacia abajo, y cuanto más pesada es la carga que llevan, más rápida.
No son pocos los que eligieron romper ese boleto hacia la nada. Más allá de las paredes que forjan tu encierro, todavía danza un alarido que te acecha y te incomoda, te entristece y te desespera. En ese alarido te reconocés. En ese alarido hiriente escuchás tu propia voz diciendo que no a lo que se te ofrece. Te pide algo más, otra cosa, otra vida.
No hay otra forma de salir de una situación de encierro si primero no nos reconocemos como presos. Solo recién entonces es posible hablar de fugas. En ese momento, cuando percibís que la pintura que recubren los días que no son tuyos, se va descascarando, tu caída se detiene. Pero el ver las cosas de una manera diferente, también te convierte en un ser diferente. Y es en esa diferencia donde está tu tesoro, pero también tu mayor dolor. ¿Cómo avanzar ahora, sin volver a caer? El haber dicho que no a una vida diferente. Y es en esa diferencia donde está tu título de ser extranjero en esta realidad, te transforma en un enemigo de lo cotidiano. Ahora depende de vos la forma en que elijas dar los siguientes pasos. Algunos, al tomar conciencia de su propio estado de esclavitud, arremeten violentamente buscando a tientas al amo que los azota. Avanzás lanzando piedras, con esa mirada de desprecio. Y te detenés en esas tardes de tetrabrick buscando calmar tu herida pero solo lográs que se agrande aún más.
Esa “extraña forma de ser” que te caracteriza no es una simple cualidad más, es lo que inevitablemente te define. Pocos son los que saben que el mundo entero se repite  hasta en un grano de sal, que las cosas pertenecen a todo y a la nada a la vez, que tu corazón se te puede salir del cuerpo y no volver jamás. Sin la certeza de lo extraño. ¿Qué serías? Con eso que te irrita, podés hacer dos cosas, meterlo en una bolsa y dejarlo en la puerta de tu casa, o construir una hermosa máquina de guerra. La opción es ahora, porque parece que el tiempo no es como creíamos. Cuidá tu diferencia, y el puente va a ir surgiendo solo. La otra alternativa, es el abismo. No te olvides que la caída es infinitamente eterna.
Ella y él (Alguien)

No hay comentarios:

Publicar un comentario